El gigante Microsoft amenaza a los presuntos infractores de sus patentes
Los grandes clientes de Microsoft recibieron con alivio, en noviembre, la perspectiva de un marco de cooperación con Linux. Seis meses después, algunos se sobresaltan con la reanudación de las hostilidades, que abren un incierto horizonte legal sobre el software
Norberto Gallego | Cuando parecían darse las condiciones para una coexistencia pacífica entre Windows y Linux, el abogado jefe de Microsoft, Brad Smith, ha vuelto a agitar las aguas con unas declaraciones que reafirman la doctrina de su consejero delegado, Steve Ballmer: Linux – y, en general, lo que se conoce como software libre o de código abierto- es una violación sistemática de patentes de Microsoft. Por consiguiente, está dispuesto a acudir a los tribunales en defensa de su propiedad intelectual, aunque por el momento confía en que los infractores se avengan a firmar acuerdos de licencia. Smith dijo en Fortune que los laboratorios de Microsoft han identificado 235 infracciones en Linux y en aplicaciones de código abierto como OpenOffice.
Para llevar adelante una demanda judicial debería añadir la identificación nominal de los infractores, pero es probable que los mayores usuarios de Linux sean, a la vez, grandes clientes de Microsoft. Subyace la idea de que éstos preferirán pactar una licencia barata antes que exponerse a la incertidumbre. En una hipótesis plausible, Microsoft podría optar por demandar a los distribuidores comerciales de Linux – la presa más gorda sería Red Hat, con el 65% de este mercado- abriendo un frente tan extenso como imprevisible. Aunque el software no está explícitamente recogido en la vetusta ley estadounidense sobre patentes, ha entrado en ella por la vía de la jurisprudencia. Pero las sentencias recientes del Tribunal Supremo parecen inclinarse por el principio de que la propiedad intelectual ha de ser un estímulo para la innovación, y no crear situaciones de monopolio. Por otra parte, un programa informático no es una innovación homogénea, sino que puede contener cientos, miles o millones de innovaciones singulares. De modo que lo primero que haría cualquier juez sería pedir a la parte demandante que desvele las líneas de su código que hayan sido violadas por la demandada.
Pero mientras el código de Linux es, por definición, abierto, el de Windows es secreto. Lo que significa que Microsoft, que no partió de cero, podría encontrarse en la rara situación de exponerse a ser denunciada, a su vez, por quienes desarrollaron los sistemas operativos predecesores de Windows. Varios gigantes de la industria, entre ellos Red Hat e IBM, han sellado una alianza de apoyo mutuo en el caso de que alguno de ellos fuera demandado.
Brad Smith ha dejado claro que descarta por ahora la vía judicial. Según las primeras opiniones, su propósito sería forzar a otros distribuidores de Linux a sumarse al acuerdo firmado con Novell en noviembre para facilitar la interoperabilidad de ambos sistemas operativos. El acuerdo incluye una renuncia expresa de Microsoft a litigar contra los clientes de Novell y debería servir de modelo para cerrar una guerra fría que afecta a los grandes usuarios, interesados en que sus sistemas informáticos sean mixtos. Secundariamente, podría ser una fórmula de recaudación de royaltis sobre aquellos elementos de su propiedad intelectual supuestamente incorporados a Linux. Si bien el acuerdo con Novell no ha suscitado la emulación que Microsoft esperaba, ha puesto de relieve el cisma de la familia Linux: por un lado, quienes procuran una evolución comercial del sistema operativo como producto de mercado – línea que defiende su inventor, Linus Torvalds- y, por otro, el sector intransigente, encarnado en el activista Richard Stallman. Éste, que guarda la llave del tabernáculo, ha procedido de inmediato a enmendar las reglas que rigen la licencia pública de Linux para que no cunda el ejemplo: quien se atreva a desafiar la ortodoxia será maldecido como cómplice del enemigo. En cuanto a Microsoft, quizá debería pensar sobre el popular refrán español: «Quien pleitos tiene, el sueño pierde».
Fuente: enlineadirecta.info